El cuerpo desafina

Y cuando desafina no nos permite conectarnos con el alma a quien corresponde, paciente alma que espera desde toda la vida una señal alentadora que indique el portador – la portadora del cuerpo se está despertando y que está poniendo su atención para entonarse, para dar la nota correcta, para sintonizarse y sentir con plenitud el gozo de pertenecer, de estar en la orquesta y tocar en el concierto de la vida.
Generalmente respondimos con el cuerpo a una personalidad que se viste, se maquilla y manifiesta rasgos de un personaje –o de varios: el tímido, la súper-desenvuelta, el sabelotodo, la que se hace cargo de los demás, el escéptico, la ingenua, el resentido, la seductora, en fin, esgrimimos uno u otro según el contexto donde actuemos. Pero siempre tenemos un personaje preferido que legamos a mirar como a una verdad indiscutible. Acabamos por creer que somos así, sin darnos cuenta de que esa creación es externa, que constituye un dibujo a veces patético de nuestros miedos, de nuestro afán de supervivencia cuando no de pertenencia a nuestro sistema familiar y social y que no tiene contacto con la verdadera esencia que somos.
Fijémonos enseguida con qué datos hemos ido forjando el personaje, qué rasgos hemos tenido a mano en nuestra familia y qué atmósfera característica y conocida por vivida lo impregna. Y veremos nuestra versión de la misma obra que viene repitiéndose en nuestro sistema. Descubriremos cuál es el rol que nos hemos asignado inconscientemente aunque si nos preguntaran, afirmaríamos que “ni locos” “ni locas” somos como este o aquella de nuestra familia,
Y nuestra alma espera con paciencia que nos cansemos de representar; espera confiada en que no ha de estar tan lejano el día de la saturación y del hartazgo, Porque la representación de la materia ajena al alma –de la materia enajenada- es agotadora, y contractura, tironea, duele entristece, enoja, enferma y mata.
No se puede sin el alma. Y a ella tenemos que volver como hijos pródigos.
Para ello es necesario parar. Y dejar de representar, Sentir el vacío y el silencio, hacer espacio al tiempo y hacer tiempo para un espacio silencioso y vacío.
Entonces escucharemos la nota, nuestra nota, que el alma está tocando sin parar pero en un murmullo, suavemente. Es un adagio. Por eso es necesario estar en quietud y silencio para que el sonido llegue y nos impregne Y cuando ocurre, nos llenamos de nosotros mismos, de la divina esencia que somos y podemos reconocer lo más grande en nosotros, que somos los más pequeños. En esta unión del cuerpo con el alma surge la belleza, la gratitud, el amor, la alegría.
Y ya no necesitamos representar porque somos. Sin palabras que nos definan, sin atributos que nos caractericen, sin discursos que nos pronuncien. Simplemente somos unidos unos con otros, formando cada uno la gota única generada por el gran mar. Esa pertenencia a lo más grande es la primera ley, el mayor anhelo, la más grande realización de nosotros en nuestro paso por la vida.
Así reconocemos –intuimos- de dónde venimos y hacia dónde vamos. Y nos llena de gozo habernos encontrado a nosotros mismos y formar parte de esa fuerza mayor que nos contiene. Entonces afinamos y y damos la nota exacta, la creadora.
Entonces asentimos.
Teresa Briozzo

4 comentarios en “El cuerpo desafina”

  1. muy bueno cristina como te necesito en nuestra ciudad besos

    Necesito tu paz Cristina porque me estoy enfermando el cuerpo y el alma. Muy Bueno esto que lei. Besitos

  2. Cris, justamente es lo que estoy tratando de hacer: reencontrarme con mi cuerpo para que mi alma brille de alegría e integridad.Gracias.-

  3. Hola Cristina, realmente me ha emocionado de verdad, hoy estoy en paz conmigo, y creo que entre mi cuerpo y mi alma se encuentra la unión y es por eso que estoy llena de alegría, me siento agradecida a la vida,he encotrado la belleza que había perdido hace algunos años y en cuánto a el AMOR estaba latente en mí y hoy floreció. Estoy llena de gozo……. gracias, por tus palabras, siempre alentadoras.saludos

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