El enojo sana?
De todas nuestras emociones, el enojo es la más controvertida. Socialmente depreciado, luchar contra el enojo hace que crezca. Es mucho mejor reconocerlo.
¿Para qué sirve enojarse? Para protegernos sintiéndonos lastimados, rechazados, engañados, entonces ponemos límites. Y otra forma sería frustrarnos si no logramos que las cosas salgan como nosotros deseamos.
Si lo consideramos una “mala” emoción, nos perdemos estas posibilidades. Por definición, toda emoción es pasajera y nos mueve a hacer algo. Es algo así como una mensajera que nos advierte sobre una situación y, al ser corporal, nos incita a resolverlo a través de una acción eficiente.
Cuando no somos conscientes de estar presos del enojo, reaccionamos, somos impulsivos y luego nos lamentamos de haber herido a alguien, además acarrea problemas físicos y consecuencias Indeseadas. Si me abusan y no me enojo, estoy condenada a pasar por varios sufrimientos con mis relaciones, en cambio cuando tomo conciencia del enojo que reprimía y comienzo a permitírmelo, vuelvo a sentir mi propia autoestima y energía de vida.
Una mirada nueva sería aceptar el enojo y canalizarlo adecuadamente. Aceptarlo en sus beneficios y cuidarlo en sus riesgos. Como es fuerte, si le damos poder erosionará nuestra autoestima y las relaciones con las demás, en cambio, si la reconocemos nos beneficiaremos con su potencia.
Esto implica vivir con conciencia. Sólo si nos damos cuenta de lo que sentimos, cuando nos enojamos podemos respirar, exhalarlo, centrarnos lo mejor que nos sale e interrogarnos: “¿qué me está tratando de decir esta ira”. Esta simple pregunta acepta lo que sentimos (sin engancharnos ni culparnos) y nos revela su propósito.
¿Alguien nos está faltando el respeto? Pongamos un límite respetuosamente entonces. ¿No nos sale en el momento? Contener la emoción ya es saludable y nos permite dejar para más tarde la resolución que necesitamos, para ponerla en práctica cuando decidamos. Lo peor es entrar en una sucesión interminable de descargos y sucesos previos que alimentan el fuego de la ira, victimizándonos inútilmente. Somos creadores de nuestra vida. ¿Para qué atrajimos a esta persona y a esta situación aquí? Al hallar la respuesta, hallamos la esencia de nuestro aprendizaje.
El enojo es un maestro poderoso, que nos guía a través del aprecio y la frustración. Procuremos usar su energía cuidándonos y encontrando creativas formas de transitar nuestro camino, transformándola en humildad, autoestima, aceptación y amor.
Prof. Cristina Rubio
Muy bueno e interesante el artículo.
Es muy difícil a veces convivir con gente que genera en nosotros el enojo. Tal como me pasa en el trabajo. Es gente que todo el tiempo busca confrontar.
Voy a intentar aplicar tus consejos para minimizar el enojo que siento en esas situaciones.
Gracias