A PARTIR DE ELEGIR podemos desarrollarnos y convertirnos en las personas en quienes nos queremos convertir. Y por medio de ésa formación de nosotros mismos, también atraemos los haceres y teneres que nos acompañan. Si elegir es un don divino, podemos incluso llegar a decir, con tu permiso, que aquello que nos impide decidir es enemigo de lo divino. Y tal es el caso de la negligencia.
La negligencia es saber que tienes que hacer algo y no hacerlo. Saber que quieres decir algo y callarlo. Saber que debes conseguir algo para bienestar de tu persona y de los tuyos, y pensar que no lo puedes conseguir. Saber quién eres y no expresarlo. La negligencia es ser una casi-persona. Es negarte a ti mismo y a todo lo que eres. Es anular la elección y anularte a ti.
La negligencia actúa básicamente de dos maneras distintas: la primera es negando la existencia de la elección y la segunda es negando nuestra capacidad de elegir o de llevar a cabo lo elegido.
En el primer caso decimos que nuestra persona y nuestras condiciones de vida están formadas por completo por lo que otros hicieron o porque así es el mundo; en tales casos pensamos que somos infelices, pobres, ignorantes o gordos por razón de nuestros padres, nuestros jefes, la economía, nuestra difícil infancia o nuestros genes. En el segundo caso reconocemos que podríamos hacer algo para cambiar nuestra situación, que hay otras personas que han cambiado sus circunstancias de vida y que queremos algo distinto en la nuestra y, sin embargo, pensamos que no lo podremos lograr.
No tenemos fe en nosotros mismos ni en la vida y, de nuevo, depositamos toda la responsabilidad de nuestra insatisfacción en el mundo exterior, con su gente y sus circunstancias; o también ocultando hasta de nosotros mismos esa falta de fe, diciéndonos que sí haremos las cosas, pero que las haremos mañana. En ambos casos renuncias a tu libertad y a tu poder, decidiendo usar como pretexto a todo lo que está fuera de tu control para ser como no quieres ser. Para no hacer lo que sí puedes hacer y para no controlar lo que sí puedes: a ti mismo y a todo lo que crees, dices y haces.
Permanecemos esclavos de la inercia porque estamos acostumbrados a ella y a las circunstancias a las que nos mantiene encadenados. Estamos acostumbrados a no disponer de la energía suficiente o a emplearla mal, a ser infelices con nuestro trabajo o a estar enojados con nuestros seres queridos. O con quienes deberían ser nuestros “seres queridos”
La fuerza del hábito toma la suficiente fuerza como para que no cuestionemos su validez. Y cada hábito tiene sus propias recompensas (favorables o desfavorables), cosa de la que podemos darnos cuenta fácilmente al reflexionar en ello. Vemos lo mismo en nosotros, vemos lo mismo en los demás y, tal vez, vimos lo mismo en nuestros padres. Nos acostumbramos a no cuestionar la infelicidad, la insatisfacción, la pobreza y la mala salud. La resignación llegó temprano y nos acostumbramos a su presencia.
PERO PODEMOS LIBERARNOS!!!
Antes de la frustración del deseo estuvo el deseo. Antes de la anulación de la persona estuvo la presencia de nuestra persona verdadera, la que tenía una labor que cumplir. Podemos ser felices siendo quienes somos. Y podemos hacer lo que siempre hemos sabido que debemos hacer. Dentro de nosotros, más allá de la capa de justificaciones con las que suprimimos nuestra capacidad de elegir, están las acciones precisas que queremos realizar, los planes justos para su realización y el poder necesario para llevarlos a cabo. Y no tendrás que buscar muy lejos. Están justo ahí. Los escuchas, los ves y los sientes todo el tiempo. Sólo es cuestión de darles su lugar. De darte tu lugar. En esta vida tomas algo y renuncias a algo. Has de renunciar a tus excusas para abrazar tus sueños. Porque la única alternativa es renunciar a tus sueños para abrazar tus excusas. Y esto último es indigno de un ser humano. Sé digno. Sé verdaderamente humano. Sé libre. Sé tú.
Hasta la próxima!
Prof. Cristina Rubio
Creadora del método V.I.D.A
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Cristina!!!este regalito de hoy invita a profundizar nuestra espiritualidad y a poder conetarnos con lo divino. No es nada fácil, es una invitación a cambiar para ser digno,libre y humano!!!! Para mi caso particular está re-bueno ponerlo en práctica ya, en el aquí y ahora.Basta de excusas o de responsabilizar el afuera. Gracias!!!