Cada vez que la vida me pone a prueba, momento donde quieren surgir mis mecanismos de reacción obsoletos, es donde tomo las herramientas de las que dispongo, adquiridas todos estos años de recorrer el camino de lo terapéutico, para que no duela tanto, para accionar, para no caer, para no repetir…Y hoy quería compartírselas.
Ampliar la consciencia, poner énfasis en mi trabajo corporal, el mantenerme en el aquí y ahora, el dejar la costumbre de dramatizar todo (imprescindible), el asentimiento, (decir sí) a lo que ocurre, escucharme, priorizarme, comer sano, respirar profundo, tocar cuencos, prender una vela con una intención y usar aromas naturales . Todo me ayuda siempre. Me vuelve a mi eje.
En este camino, también estoy aprendiendo que el control desmedido esconde un miedo profundo a la incertidumbre, al no saber, a la entrega, a la sumisión, a ser y tener autoridad verdadera y que se resuelve rindiéndose a todo ello; al hacerlo, aparece la confianza. En lugar de querer dominar cada detalle, en vez de huir de la responsabilidad de usar mis dones, en cambio de estar pendiente de lo que podría pasar, podía descansar en la confianza de que yo era capaz de asumir cualquier cosa que sucediera, ya que todo provenía de mí.
Aprendí a que yo soy una con todo lo que es y mi energía fluye con la energía.
Confiar es lo único que puedo hacer. Y, al vivir confiando, mi valor surge iluminando a todo y a todos.
Espero que esta pequeña reflexión te inspire para que sigas tu propio recorrido hacia la recuperación en tu confianza.
Prof. Cristina Rubio
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