Ordenamos el amor?

Algunas reflexiones sobre los Ordenes del amor…

  • Muchas veces lo temido pasa como bendición.
  • Al lado de lo reconocido, lo pensado parece pálido.
  • A veces la última palabra es el silencio.
  • El yo quiere, el alma tiene.
  • Lo que se combate no se va. (O lo que resiste, persiste.)
  • Lo que está madurando tiene tiempo.
  • A veces, querer saber despoja al misterio de su fuerza. Pero el misterio se retira. El secreto se cuida solo.
  • Recibir un regalo inquieta. Apenas podemos devolver algo, nos liberamos. Es la necesidad de compensación.
  • Cuando trabajamos se manifiestan los niveles profundos del alma. Maduramos con nuestro trabajo porque estamos en sintonía con las profundidades.
  • Generalmente, no comprendemos cuando nos exponemos a lo más grande: la muerte, la pobreza, la culpa, el destino, la exclusión. Si no queremos nada – ni comprender – y en vez de querer influir nos dejamos influir por aquello que se muestra y nos llega, esa sería una actitud humilde. Resistimos ese vacío y llegamos así a una actitud religiosa. Quien adopta esa posición gana fuerza, una fuerza que la viene de la concordancia. Quien reconoce lo que es – quien no se opone a la realidad tal como se muestra – es sostenido por esa misma realidad. Porque si no, es como decir: “Si el mundo está así, Dios no puede ser justo. “Ese misterio nos es incomprensible, incontrolable. Lo más difícil es estar en concordancia con las contradicciones. No librar ninguna batalla contra nadie, por más vil que me parezca. No necesitamos iniciar ningún movimiento para mejorar el mundo en el sentido de que “debería de ser distinto de lo que es”. Esa es una actitud fundamentalmente religiosa, porque estoy al servicio de algo más grande, con respeto y devoción ante un misterio frente al que nos detenemos. Generalmente, adoptando esta actitud, desde la concordancia podemos lograr cosas que superan en mucho nuestra planificación porque ahí actúa una fuerza religiosa desde una actitud muy humilde. Exponerse a la dualidad, mirando lo uno y lo otro tranquilamente sin pretender suprimir las contradicciones. De lo contrario, interferimos en algo grande como si pudiéramos hacerlo.
  • Teresa Briozzo.

Te acompaño siempre!

Prof. Cristina Rubio

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