Decimos que el hablar no es inocente; cada vez que hablamos nos comprometemos de una forma u otra en la comunidad en la cual hablamos y que todo hablar tiene eficacia práctica en la medida que modifica el mundo y lo posible.
Las palabras guían y el mundo las sigue. Los juicios son como veredictos tal como sucede con las declaraciones. Con ellos creamos una realidad nueva, una realidad que solo existe en el lenguaje. Si no tuviéramos lenguaje, la realidad creada por los juicios no existiría. Los juicios son otro ejemplo importante de la capacidad generativa del lenguaje
- No describen algo que existiera ya antes de ser formulado.
- No apuntan hacia cualidades, propiedades, atributos de algún sujeto u objeto determinado.
- La realidad que generan reside totalmente en la interpretación que proveen.
- Ellos son enteramente lingüísticos.
Lo que una afirmación dice acerca de alguien es diferente a lo que dice un juicio. Nosotros siempre podemos tener una opinión diferente. Podemos inclinarnos ante el juicio de esa persona, podemos incluso decidir dejar a un lado nuestro propio juicio. Los juicios no nos atan, siempre hay un lugar para la discrepancia. La gente sin embargo, está continuamente emitiendo juicios, aun cuando no se les haya otorgado autoridad para hacerlo.
- Los juicios pueden ser válidos o inválidos dependiendo de la autoridad que tenga la persona para hacerlos.
- También pueden ser fundados o infundados de acuerdo a la forma en que se relacionan con el pasado.
- Los juicios también nos sirven para diseñar nuestro futuro.
- Operan como una brújula que nos da un sentido de dirección respecto de que nos cabe esperar en el futuro.
- Nos permiten también anticipar las consecuencias de nuestras acciones o de las otras personas.
No nos damos cuenta del importante papel de los juicios en nuestras vidas y de cuan útiles nos resultan para guiarnos hacia el futuro. Por esto que los hacemos a cada momento. Los seres humanos somos generadores incesantes de juicios Los hacemos todo el tiempo y sobre prácticamente todo lo que observamos. Cada vez que enfrentamos algo nuevo comenzamos a emitir juicios casi automáticamente. Por ejemplo, cada vez que nos presentan a alguien producimos un sinnúmero de juicios. O cada vez que llegamos a un nuevo lugar. Somos como máquinas en permanente emisión de juicios.
Nietzsche nos advierte de que uno de los rasgos distintivos de los seres humanos es que son animales que enjuician. La clave del juicio es el futuro, Si no estuviésemos preocupados del futuro no habría necesidad de juicios.
Emitimos juicios porque le futuro nos inquieta. Lo hacemos porque hemos aprendido que lo ya acontecido puede ser usado para iluminarnos en lo que está por venir.
Cuando emitimos juicios estamos suponiendo que el pasado es un buen consejero del futuro.
Prof. Cristina Rubio
Sobre textos de Rafael Echeverría.
Siempre interesantes tus informaciones y de muy buena bibliografía. Gracias Cristina querida,!